Los invisibles nos cuenta la historia de Isabel, una niña de familia humilde que, a pesar de no poder permitirse ciertas cosas, es feliz con lo que tiene. Y es que para ellos, tenerse los unos a los otros ya es suficiente.
Sin embargo, llega un momento en el que la familia no puede pagar las facturas, de manera que se ven obligados a abandonar su casa, y todos sus recuerdos, para irse a vivir a la otra parte de la ciudad.
Allí es donde Isabel sufrirá una gran transformación: la niña feliz y optimista que siempre se fijaba en las cosas bonitas se convierte en una niña triste y solitaria. Y no solo eso. Llega un momento en que se da cuenta de que se está volviendo invisible.
En ese estado de invisibilidad se da cuenta de algo que antes le había pasado inadvertido. Y es que a su alrededor hay muchas otras personas que también son invisibles: la anciana que plantaba flores en botes de pintura vacíos, el hombre que dormía en un banco, etc. Todos ellos tienen una característica en común y es que parecen sentirse muy solos.
Isabel encuentra una solución, una solución que cambiará sus vidas para siempre.
Los invisibles, un libro de emociones y valores
Sorprendentemente, viene siendo muy habitual que los niños y niñas se aproximen a las emociones a través de los colores. Que si el azul representa la tristeza, el rosa el amor… La verdad es que en casa nunca hemos utilizado esas formas tan abstractas de tratar las emociones y preferimos hacerlo a través de las historias y de las experiencias.
¿Quién no es capaz de reconocer el amor en esta imagen?
¿O la tristeza en esta otra?
A mi modo de ver, así es como se experimentan y se reconocen las emociones. Con historias reales y cercanas.
Realmente, a través de Isabel, el lector es capaz de sentir una, o varias, punzadas en el corazón en diferentes momentos de la historia: cuando acompaña a Isabel por las calles frías, tristes y solitarias de la ciudad o cuando las personas elegantes pasan por el lado de la protagonista, mirándola por encima del hombro… Todas estas acciones reflejan emociones perfectamente reconocibles, que los lectores pueden identificar. Además de la tristeza, la historia también contiene momentos de gran felicidad que se pueden explorar a través de bellas y coloridas ilustraciones.
Por otra parte, en Los invisibles los pequeños lectores podrán descubrir, y admirar cómo se ponen en práctica, comportamientos cargados de valores positivos: la empatía, la solidaridad, la participación por el bien común, etc.
Sin duda alguna, asistir al movimiento de transformación que se da en esta comunidad resulta enormemente impactante. En primer lugar, porque hace ver al lector otras duras realidades –las de aquellas personas a las que la sociedad tiende a ignorar–. Por otro, porque descubre el enorme poder que pueden llegar a tener pequeñas acciones solidarias para cambiar las cosas.
Expresar gratitud
En Los invisibles descubrimos que Isabel no tiene muchas de las cosas que habitualmente tienen los niños y niñas de su edad. Su familia no puede permitírselas, pero a la pequeña protagonista no le importa demasiado. Es feliz con lo poco que tiene y el amor de sus padres suple cualquier deseo material.
Estos valores que transmite la historia son enormemente útiles para hacer ver a nuestros pequeños que las posesiones materiales no son una fuente de felicidad. O al menos no son la única.
De hecho, el libro nos brinda una oportunidad única para trabajar la gratitud y hacer conscientes a nuestros hijos e hijas de la importancia de valorar las cosas que tenemos.
A partir de la lectura de Los invisibles, se nos ocurrió que, ya que el libro había suscitado interesantes reflexiones con nuestros hijos sobre cómo ser feliz con lo que uno tiene, sería interesante escribir cada día en un papelito algo que nos hiciera felices y meterlo dentro de una jarra. Después, a final de mes, o cada cierto tiempo, abrimos la jarra, leemos las notas y comentamos los deseos y momentos felices que contienen.
Lo cierto es que esta actividad tan simple tiene un poder enormemente transformador.
Los invisibles también pertenecen. Todos pertenecemos.
Al final del libro viene una nota del autor muy impactante. Allí uno descubre que Tom Percival vivió su infancia en una caravana con muy pocos recursos. Eso sí, si algo no le faltó al autor e ilustrador, según nos cuenta, fue mucha naturaleza, libros y mucho amor. En realidad, son lo elementos básicos que cualquier niño o niña necesita para desarrollarse plenamente y vivir feliz. El problema viene cuando la sociedad nos impone otros deseos.
El objetivo final del autor a la hora de escribir e ilustrar este libro infantil es no solo explorar el efecto de la pobreza infantil en los niños y niñas, sino también poner de manifiesto que todos podemos encontrar nuestro sitio en el mundo, independientemente de las circunstancias en las que vivamos. Es cierto que el libro se centra en las personas sin recursos, pero son tantas las personas invisibles de nuestra sociedad que no importa de qué tipo de invisibilidad hablemos. Lo que nos llevamos de esta historia es que todos merecemos una oportunidad para ser felices y podemos disfrutar de nuestro lugar en el mundo.
Te recomiendo ver este vídeo del autor, Tom Percival, leyendo el libro y contando algunos detalles sobre su vida y por qué decidió escribir este precioso y recomendadísimo álbum ilustrado. Al final, además, muestra cómo dibuja a Isabel, la protagonista de esta tierna historia. ¡No te lo pierdas!
Este maravilloso álbum infantil está publicado por Andana Editorial. Tampoco te puedes perder, de la misma editorial, el anterior libro escrito e ilustrado por Tom Percival: El mar lo vio.
- Publica: Andana Editorial
- Año de publicación: 2021
- Páginas: 32
- Edad: a partir de 4
- Formato: tapa dura
- Tamaño: 27×25
Els invisibles, de Tom Percival, també està disponible en català:
